El estudiante del Liceo Antioqueño de Bello, narra cómo la decisión de no subir al bus que se accidentó lo dejó con vida y lo enfrentó a horas de angustia y duelo por sus compañeros
La madrugada del accidente que enlutó a la comunidad educativa del Liceo Antioqueño de Bello quedó marcada para siempre en la memoria de Samuel Vargas Londoño, estudiante graduado de la institución y novio de Jimena Londoño, una de las sobrevivientes del siniestro vial ocurrido en las vías del nordeste antioqueño.
Samuel hacía parte de la excursión de graduados, pero no abordó el bus en el que viajaban la mayoría de sus compañeros. Junto a otros cuatro estudiantes, decidió quedarse en Coveñas, porque la madre de uno de sus amigos, los invitó a compartir unos días más de viaje con todos los gastos cubiertos. Una decisión que hoy califica como determinante para seguir con vida.
“Todo iba normal. Yo iba hablando con ella (Jimena), hasta que me dijo que se iba a dormir. Yo también me acosté. A las seis de la mañana me levanté y vi un mensaje de la mamá de Jimena diciendo que el bus se había accidentado”, relató.
Al inicio, nadie le creyó. La falta de señal y la confusión hicieron que la información llegara a cuentagotas.
“Decían que había sido un choque sin muertos, algo leve. Pero empezaron a llegar mensajes diciendo que el bus se había ido a un barranco y ahí todo cambió”, recordó.
Samuel llamó de inmediato a su madre y le pidió que averiguara exclusivamente por Jimena. Las listas de heridos y fallecidos comenzaron a circular, aumentando la angustia.
El momento más crítico llegó cuando recibió un mensaje de llamada perdida desde un número desconocido.
«Yo miré el número y yo devolví la llamada y me respondió pues la enfermera y me dijo, «¿Hola, pariente de Jimena?» Y en el momento a mí se me enfrió todo porque pues no sabía qué me iban a decir».
Minutos después, la voz que tanto esperaba llegó al teléfono. “Ella me dijo que estaba bien, que estaba en Remedios y que no tenía nada grave. Ahí me puse a llorar. Fue un alivio inmenso”.

Con el paso de las horas, Samuel y sus compañeros comenzaron a enterarse de la magnitud real de la tragedia y de las vidas que se habían perdido. Aun así, no deja de agradecer la decisión que los mantuvo fuera del bus.
«Nosotros le agradecemos mucho a la persona que nos dejó allá, porque gracias a ella, pues fue un ángel para nosotros cuatro porque si nosotros hubiéramos estado en ese bus, probablemente no la estuviéramos contando porque como se sabe, la mayoría fue porque estaban en la parte de atrás y nosotros somos de la gente que se hace atrás».
Días después, cuando emprendieron el regreso, el miedo se hizo presente, porque ir en bus ya no era tranquilidad, era miedo. Cada curva lo despertaba asustado.
En el trayecto, decidieron detenerse en el lugar exacto del accidente.
“Cuando nos bajamos, la energía era muy pesada. Mirar hacia abajo era ver un vacío horrible, cosas tiradas, maletas abiertas porque la gente bajó hasta allá a robarse las cosas, pues se sintió muy feo ese momento, era un vacío muy muy feo. Nosotros llegamos ahí, nos reunimos todos los compañeros, los que se quisieron unir, hicimos una oración por todos los que se fueron, fue una despedida”.
Hoy, el testimonio de Samuel Vargas se suma a las voces que buscan mantener viva la memoria de los estudiantes fallecidos y resaltar la fragilidad de la vida, marcada para siempre por una madrugada que cambió todo.
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— Hora13 Noticias (@hora13noticias) December 18, 2025

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