Años atrás conocimos a Cherokee, un caballo que además de transportar en su carrosa a novias y cumpleañeras de Medellín, también junto a su dueño Didier recorrían las calles de la ciudad haciendo labor social con niños, jóvenes y ancianos, dejando en cada uno de ellos su nobleza y respeto por el otro.
Hoy Cherokee no comparte con nosotros este mundo terrenal, pero Didier recuerda cómo llegó a su vida y se convirtió en su compañero de historias. Una demostración más de la fuerte conexión que puede crearse entre humanos y animales.
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