La digitalización generalizada de todas las actividades económicas trae un efecto inesperado: la desaparición de una profesión.
Se trata de los encuadernadores, expertos en la organización de archivos impresos, cada vez más escasos. En el Valle de Aburrá quedan menos de 30 talleres, que redujeron sus ingresos hasta en un 60% por la facturación digital.