Cada 7 de diciembre, Medellín se transforma en un mar de luces con la tradicional noche de velitas.
Casas, calles y balcones se adornan con faroles y velas, creando un espectáculo que nos transporta a un mundo de ensueño. Esta tradición, arraigada en nuestra cultura, celebra la fe, la esperanza y la unión familiar.
La noche de las velitas tiene sus orígenes en la celebración de la Inmaculada Concepción. Los fieles encendían velas en honor a la Virgen María, iluminando sus hogares como un gesto de devoción. Con el tiempo, esta costumbre se popularizó y se convirtió en una fiesta para todos.
En Medellín, esta celebración adquiere un significado especial. Familias enteras se reúnen para adornar sus casas y salir a las calles a disfrutar del espectáculo.
La ciudad se viste de gala, cada barrio con su propio estilo y creatividad. Más allá de las luces, la noche de las velitas es un momento para reflexionar, compartir y fortalecer los lazos familiares. Es una oportunidad para recordar nuestras raíces y mirar hacia el futuro con optimismo.
Cada vela encendida es un símbolo de esperanza y unidad. Es una invitación a celebrar nuestra identidad como paisas y a construir un futuro más luminoso.
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